domingo, 19 de diciembre de 2010

A quien corresponda


« Al río que todo lo arranca todos lo llaman violento,

pero nadie llama violento al lecho que lo oprime. », Bertolt Brecht
(De su poema "Sobre la violencia")

Hoy en día se escuchan y leen, en distintos medios, expresiones de rechazo a la violencia sin precedente que se vive en todo el país. El caso más lamentable de la última semana, para muchas personas, lo es el de la señora Marisela Escobedo. Sin soslayar ni el hecho ni mucho menos las consecuencias de ese repudiable asesinato, considero de suma relevancia voltear los ojos a una realidad todavía más cruda: la violencia acecha en todos lados, y se hace presente en formas quizá insospechadas; y es importante, crucial desde mi punto de vista, asumir la responsabilidad que tanto mujeres como hombres tenemos.

Se ejerce violencia cuando no cedemos el paso al ver la direccional del carro que tenemos al frente; cuando nos burlamos de la falta cometida por una persona a causa de su inexperiencia o desconocimiento sobre un tema; al ignorar a quien tenemos por interlocutor o interlocutora... Se ejerce violencia contra la ciudadanía cuando se informan datos falsos, se niegan derechos sin argumento ni justificación alguna, se deja de ejercer en forma correcta un presupuesto, o cuando se actúa en el colmo de la propetencia, a propósito de un cargo –aún cuando bien sabemos que esos cargos son, sencillamente, pasajeros...

Y la lista es larga, tan larga como las actitudes que cada quien diariamente asume ante la vida y sus circunstancias. No, de ninguna manera exagero: si a Rubí Frayre Escobedo los celos que su pareja sintió no le hubieran quitado la vida, Marisela Escobedo, sin duda alguna, no hubiera exhalado el último suspiro a causa de un balazo.

¿Qué hace falta para que despertemos del letargo en el que nos encontramos? ¿Es que acaso no resulta evidente que la violencia sólo genera más violencia? Más aún, ¿cuántos asesinatos y atropellos más son necesarios para voltear a ver al prójimo justo así, y no como alguien a quien vencer, humillar o maltratar? Con esas conductas, ¿qué es lo que estamos enseñándoles a nuestras niñas y niños? Y, con estas enseñanzas, ¿con qué autoridad moral exigiremos de ellos que sean mujeres y hombres ‘de bien’?

Es nuestra obligación responder a un llamado social que convoca a encontrar, con urgencia, un camino que nos devuelva la esperanza a un país que se desmorona de a poco ante nuestra mirada indiferente; un país que dignamente edificaron nuestros antepasados para que generaciones futuras lo llenaran de gloria... y hoy, tristemente, sólo se llena de sangre.

Ojalá que dentro de algunos años, el año 2010 se recuerde en México como el parteaguas histórico donde cada mexicana y mexicano, decidió hacer a un lado el egoísmo exacerbado que hoy impide que gritemos, lloremos y luchemos con la intensidad con que, hasta el último segundo, Marisela Escobedo lo hizo en búsqueda de la justicia. Descanse en paz.

Autora de ‘Dignidad para llevar’

Twitter: LeticiadelRocio