domingo, 8 de abril de 2012

Trata de personas: un problema social


Antes de dar al pueblo sacerdotes, soldados y maestros,
sería oportuno saber si por ventura
no se está muriendo de hambre.
León Tolstói.

A finales de este año, según la Subsecretaría de Asuntos Jurídicos y Derechos Humanos de la Secretaría de Gobernación, se contará con un Diagnóstico Nacional sobre Trata de Personas, documento que permitirá por un lado, el establecimiento de políticas públicas y la definición de bases estratégicas sobre las rutas utilizadas por quienes trafican, y, por otro, conocer las diferentes formas de enganche.

Notable trabajo el que habrá de realizarse, el cual, sin importar el color del que se pinte el Ejecutivo Federal durante el próximo sexenio, es de esperarse sea de gran utilidad.

Sin ánimo de descalificar este esfuerzo, es importante subrayar que la trata de personas con fines de explotación sexual y comercial es un tema del que se tiene noticia desde hace tiempo. En junio de 2006, un estudio de la Comisión Especial de la Niñez, Adolescencia y Familia de la Cámara de Diputados, denunció el crecimiento de redes de pornografía y turismo sexual infantil en nuestro país. Según dicho análisis, los ‘focos rojos’ se encontraban en Tijuana, Ciudad Juárez, Tapachula, Guadalajara, Puerto Vallarta, Acapulco, Cancún, Estado de México y Distrito Federal.

De acuerdo con datos de 2007, la UNICEF reportó que en México 20 mil niños y niñas eran víctimas de tráfico, explotación sexual y comercial, de los cuales, al menos, 6 mil de ellos vivían en el Distrito Federal.

En el año 2008, en un estudio elaborado por la Organización de Estados Americanos, se dio a conocer que México ocupaba el noveno lugar en explotación sexual infantil. En ese mismo año, según informes del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática y del Fondo Internacional para la Infancia, 16 mil personas menores de edad eran sujetas de explotación sexual cada año, informándose que en 21 de las 32 entidades del país existía turismo sexual.

Y así, nos podemos encontrar con cifras, estudios, opiniones, análisis realizados y difundidos en cada año del presente sexenio que está por terminar. ¿Por qué hasta ahora se inicia un diagnóstico nacional?

La trata de personas con fines de explotación sexual y comercial y el “negocio" del narcotráfico, tienen un denominador común: el hambre.

Desde luego, existen otros factores que tienen singular participación, como lo es la autoestima de las personas involucradas en la trata (tanto de víctimas como victimarios), la idea ampliamente difundida de que el dinero es lo que garantiza un estilo de vida ‘deseable’, la cosificación del cuerpo femenino, el machismo, la hipersexualización, la violencia familiar… Entre muchos, muchos más.

Para nadie resulta un secreto que durante los últimos años, el Ejecutivo Federal se ha empeñado en una lucha frontal contra el narcotráfico, con severas y dolorosas consecuencias, aunque ahora se hagan superados esfuerzos por denominar a este sexenio como el de la “infraestructura”; en contraparte, no han sido pocos los intentos realizados por diputados, diputadas, analistas, organizaciones civiles y activistas, para llamar la atención de quienes detentan el poder de decisión en materia de políticas públicas, y voltear la mirada hacia temas tan preocupantes como lo es la trata de personas.

No se trata sólo de sancionar, sino de prevenir; no es sólo atacar, sino alimentar a quienes padecen hambre y que por esa situación inhumana son blancos fáciles para la trata de personas. Ojalá tantos datos estadísticos, presentes y futuros, sean una herramienta eficaz para proteger a la niñez de una amenaza constante, que se asoma con facilidad a miles de vidas inocentes y se esconde detrás de centenares actos de corrupción.

Las niñas y niños que hoy son víctimas de trata, serán el día de mañana, muy probablemente, parte de la misma cadena que hoy les enganchó, mutilándoles la vida, limitándoles las posibilidades de existencia. Si no actuamos hoy con diligencia, en un futuro cercano podría llegarse al absurdo de poner sobre la mesa la posibilidad de regular la trata, y no de combatirla. Y eso, desde luego, nunca será lo que desee para generaciones futuras en mi país. ¿Y tú?