viernes, 28 de enero de 2011

Soledades


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Twitter: @LeticiadelRocio

“...es todavía más espantosa la soledad de dos en compañía.”

Ramón de Campoamor

Sólo por segundos, la lluvia se detiene, entre tu mirada y la mía; absorta, callada, con sus manos en forma de gotas recorre tus anhelos y castiga mis pensamientos. A lo lejos, o quizá aquí, muy cerca, se escucha una melodía poco conocida; sus notas suben y bajan al compás de tus sonrisas, se funden con ellas... para escapar después, frívolas, en busca de otra canción dónde refugiarse.

Y lloro. Lloro por lo que nunca fue y nunca ha sido, por lo que es y será siempre: por ese abandono que acompaña, ese silencio que grita en mis oídos, esa soledad que alegremente recorre los espacios que debieron estar repletos de sonrisas.

Aquí estás, no te has ido... y yo te veo partiendo, a kilómetros de distancia de ése, aquel que fuera un sueño compartido...

Y entre la precipitación pausada de agua que cae del cielo, escucho contundentes confesiones de la lluvia: hoy, una gota me confesó que acarició unos amantes... mañana, tal vez, la misma gota me declare su amor por la vida.

Cuando las lágrimas caen en el silencio, su sonido es tan sordo, tan hueco, que es capaz de arrancar pedazos de cordura a la exitencia. Y la vida, ahí, sentada sobre la velocidad inmisericorde que le da su fuerza y la caracteriza, vacía su mirada en cada poro de la piel, la escudriña, la aprueba o la reprueba, siempre con la misma fría objetividad con que decide llegar o, sencillamente, largarse... y los poros se sienten invadidos, seducidos, sentenciados; y así, se convierten en el fiel reflejo de mis soledades, todas invadidas, siempre seducidas, inevitablemente sentenciadas...

Entonces, me alejo, pongo distancia entre mis sentimientos y yo, entre mis juicios y yo, mis pensamientos y yo... me bastan mis sueños, envueltos en soledades...