sábado, 21 de enero de 2012

¿Y si nos miramos a los ojos?

En estos días en que Internet, para mí la herramienta más revolucionaria de los últimos tiempos, ha estado presente como tema de debate, análisis y muy diversos pronunciamientos, no pude menos que ceder a la tentación de imaginarme un mundo sin Internet… o con su uso severamente restringido.

Difícil ejercicio. Internet ha transformado nuestra vida, o al menos, la vida de quienes nos servimos de esta herramienta para nuestro desarrollo profesional y personal. Desde luego, el acceso libre es un tema pendiente en el tintero.

Sin embargo, mientras trataba de imaginar cómo sería el no poder informarme a través de distintos portales, mis ojos se detuvieron en otra realidad; es precisamente esta herramienta la que nos ha ido alejando, en forma casi imperceptible, de todo lo que antes nos era tan familiar: la convivencia directa, y de algo tan poco valorado como la mirada.

En no pocas ocasiones he visto personas que mientras conducen un vehículo o transitan por las calles, se mantienen atentas a sus teléfonos celulares; ni hablar de las escenas que arrojan restaurantes y cafés, donde las personas sentadas a una mesa mantienen los ojos atentos de un aviso o un mensaje de texto.

Aún cuando soy usuaria de redes sociales y comunicaciones electrónicas, soy fiel a la pluma y al papel. El sonido producido por la tinta que lenta o desesperadamente se desplaza sobre una hoja en blanco es una sensación adictiva a la que soy incapaz de renunciar. Y también resulta adictiva para mí la comunicación a través de una mirada…

Ella habla por sí sola, no obedece sino a lo que realmente somos, nos acerca sin decir una palabra. Nos desmiente cuando decimos una mentira disfrazada de verdad y nos delata cuando pretendemos ocultar un sentimiento. Habla de nuestro pasado, de nuestras incuestionables convicciones, y de gustos tan sencillos y mundanos como el café y el chocolate. Revela la tristeza que provoca evocar un nombre o situación, y la alegría causada por una nota musical; nos incluye o nos excluye, nos indica la aceptación o el rechazo. Nos desnuda frente a la otredad… siempre y cuando, mantengamos la atención en esa mirada.

Desde luego mi intención no es declarar una guerra, de entrada perdida, a artículos como los llamados teléfonos inteligentes. Sólo invito a reflexionar en ese suave tacto que se logra si nos miramos a los ojos…

Fotografía: Karina Armas Rodrigo

viernes, 20 de enero de 2012

Silencio

...Y entonces, abrió los ojos. Se respiró completa. Se entregó a ella misma con ese respiro único...

Sus manos le temblaban, la voz se le escapó escondida entre tantas emociones.

Y así, amada por ella misma, plena y sola, se incorporó. Y en lo alto de la montaña, con un naciente Sol por testigo, agradeció en silencio... amó en silencio... continuó viviendo en silencio. En un intenso y añorado silencio.