miércoles, 11 de septiembre de 2013

Despedidas



Todo termina apenas comienza… Los minutos que se escurren delicada y abruptamente entre nuestras manos, no son sino el indicio del inevitable fin de todo. Nada permanece, nada es para siempre, no en la forma que lo percibimos… todo cambia, y quizá (se me ocurre pensar) el cambio constante es el aviso de ese indiscutible punto final.

Las sonrisas se desvanecen, las lágrimas se secan; las manos entrelazadas se sueltan, los besos terminan… Las historias terminan, aunque se fortalezcan, y sigan marcando pasos en el mismo camino, terminan tal cual las conocemos en un momento determinado; o bien terminan al toparse con una disyuntiva, y quienes protagonizan la historia siguen rutas distintas, tal vez incluso opuestas. El dolor… el dolor agota, fortalece, modifica, nutre… a veces se aleja, y al alejarse termina; otras veces se esconde detrás de nuestras sonrisas, esfuerzos y cotidianeidades, termina en el momento, ante los ojos ajenos, aguardando el minuto último en que terminará para siempre…

Para mí, los días son un constante homenaje a la vida, a la alegría, al amor… pero también, una despedida perenne, escondida en el gran libro de la vida, invisible a mis ojos, pero siempre cercana.

Una mariposa que abandona el capullo, se transforma en un milagro de colores. La hierba salvaje que crece donde antes hubo cenizas, avisa el triunfo de la naturaleza. La mariposa muere, como lo hará un día la hierba… como algún día lo haré yo.

Por eso celebro tu vida, y agradezco tu honorable paso por mi vida… Por eso agradezco tus sonrisas, tus confidencias, tu compañía, tu esfuerzo… Hoy y siempre, estaré agradecida. Hoy, y siempre, estaré en constante cambio, ante tu mirada y la mía…