lunes, 30 de abril de 2012

Los estereotipos reafirman su vigencia


“El futuro pertenece a quienes creen
en la belleza de sus sueños”.
Eleanor Roosevelt


En un rincón del escritorio me espera impaciente un café que se enfría ante mi dificultad de digerir, palabra por palabra el encabezado que alegremente se anuncia en un periódico de amplia circulación: “abren spa para niñas donde les enseñan a ser bonitas y educadas”. En el texto, se puede leer que ahí se les enseña a las niñas todos los temas relacionados con el comportamiento social infantil: elegancia, glamour, oratoria y dicción, expresión corporal, todo lo que hace una mujer integral: “… les enseñamos cómo ser unas damitas”. ¿Qué diferencia real existe entre este spa y los programas al estilo de Pequeños gigantes? Honestamente, no veo ninguna: en ambos casos se promueve la sexualización de las niñas.

¿Qué sucede? ¿Acaso estamos retrocediendo en la lucha por los derechos de las niñas y los niños? La creación de espacios donde se les enseñe a unas niñas la versión moderna de ‘calladita te ves más bonita’, ¿es una violación a sus derechos? Aunque suene exagerado a los oídos de algunas personas, considero que sí. Promover que una niña sienta que vale a los ojos de los demás sólo por sus atributos físicos y por su capacidad de atraer sexualmente a otras personas de ninguna manera es, desde mi personal punto de vista, una forma de garantizar sus derechos. De igual forma, estimo que es de vital importancia poner particular atención en esto: se siguen generando espacios que refuerzan los estereotipos de lo que debe ser una niña… niña que el día de mañana, será una mujer, mujer preconcebida en un concepto: elegante, glamorosa, etc. ¿Y el derecho a su autodeterminación?

En la misma medida en que se generen este tipo de espacios se deben redoblar nuestros esfuerzos por luchar contra los estereotipos: si una niña elige jugar con carros y no con muñecas, vestir de naranja y no de rosa, llevar el cabello corto y no en trenzas a la cintura, es tan respetable como que elija vestir de rosa y jugar a la ‘casita’. La diferencia estriba en su elección, elección que precisa ser respetada.

De lo contrario, estaremos educando y formando niñas que el día de mañana, al encontrar en un periódico que hay una nueva aplicación que impedirá que coman solas en los restaurantes, estarán felices al pensar en la posibilidad de dejar de sentirse ‘como si fuera una mujer que busca pareja o una triste y solitaria solterona’[1]… Si preguntáramos a, por lo menos, quince hombres, si gustan de comer solos durante sus viajes, nos sorprendería darnos cuenta que al menos a un par de ellos no les agrada la idea de comer sin compañía.

Que una persona, hombre o mujer, tenga problemas con disfrutar una comida, un viaje o una ida al cine sin compañía no es, considero, ni bueno ni malo. Lo que definitivamente me molesta, es que se encasille a las mujeres como al grupo que se siente vulnerable si no van acompañadas. Tan vulnerable puede estar un hombre como una mujer: no es cuestión de género.

El 30 de abril, general y comercialmente conocido como ‘Día del niño’ tiene distintas connotaciones que, a mi parecer, debieran converger en una sola: promover y garantizar los derechos de la infancia.

Por recomendación de la Asamblea General de las Naciones Unidas de 1954, se sugirió se instituyera en todos los países un día universal del niño, para así promover su bienestar y sus derechos. La Organización de las Naciones Unidas celebra este día el 20 de noviembre, en conmemoración a la aprobación de la Declaración de los Derechos del Niño y la Convención sobre los Derechos del Niño.

Confío en que esté cercana la fecha en que, a nivel mundial, en los países de habla hispana, se celebre el ‘Día del niño y la niña’, o quizá mejor dicho, ‘Día de la niñez’. Porque el “día del niño” invisibiliza a la niña, y al aceptarse se reafirma lo masculino como norma y lo femenino como la excepción. Y al convertir en una excepción a lo femenino, se violentan los derechos de la niña. Las mujeres no existimos por excepción: somos parte integral de la humanidad. Así como confío en que un día, nos veamos a los ojos, las unas a los otros, sin estigmatizar nuestros géneros, sin encasillarnos en actividades, actitudes o gustos ‘propios del sexo’.

Abracemos y amemos a nuestras niñas y nuestros niños, dejemos de regalar estereotipos disfrazados.



[1] Rochelle Peachey. Fuente: CNN México, 29 de abril de 2012 (“¿Eres mujer y odias comer sola? Una ‘app’ te ayuda a encontrar compañía”).