jueves, 19 de junio de 2014

La "prostitución infantil" NO EXISTE.




Casi a finales del mes de mayo, a propósito de la instalación de una Comisión Permanente para la Prevención y Erradicación del Delito de Trata de Personas en el Estado de Morelos, los medios que cubrieron el evento comunicaron lo siguiente:

“Anuncia Morelos cruzada contra la trata y la prostitución”; mientras que en el boletín de prensa No. B-3194 del Gobierno del Estado (del día 19 de mayo de 2014) esta noticia se detalla bajo el encabezado “Graco Ramírez enlista acciones contra la trata de personas y prostitución infantil”.

Ante las notas periodísticas, cabría preguntarse si el Estado de Morelos ha decidido, asumiendo una postura abolicionista, prohibir el trabajo sexual en la entidad; mientras que, leyendo el encabezado del boletín de prensa, que no es otra cosa que un comunicado oficial, es menester preguntarse qué hay qué hacer para que a las y los funcionarios públicos de todos los niveles y responsabilidades les quede claro que la prostitución infantil NO EXISTE.

La prostitución (o trabajo sexual) supone la mayoría de edad y voluntad de quien la ejerce, supuestos que no están presentes, desde luego, cuando a una persona menor de edad se le obliga, coacciona o engaña para ser sometida a actos sexuales con una persona adulta. No, la prostitución infantil no existe; existe, sí, explotación sexual infantil, que además de que puede configurar una modalidad de la trata de personas, es un abuso de poder de la persona adulta, ya sea que consuma, explote o encubra el acto.

Utilizar la expresión prostitución infantil contribuye a la normalización del fenómeno de explotación sexual infantil, y de manera implícita e inmediata, violenta los Derechos Humanos de niñas y niños víctimas de este delito.

La trata de personas, como fenómeno y como delito, aún no ha sido suficientemente estudiado ni comprendido ni por las personas responsables de perseguir el delito e impartir justicia, ni por educadores y/o formadores, legisladores, informadores y líderes de opinión. Y aún con esas carencias, a diestra y siniestra, cualquier persona opina, comenta y dictamina… a la par que los medios mal informan y desinforman.


Es un fenómeno complejo, cierto; no obstante, los medios no pueden ni deben pasar por alto el importante papel que desempeñan en la divulgación de información que contribuye (o debiera contribuir) a la prevención, denuncia y protección de la niñez y adolescencia ante todo tipo de delito. No es una opción: quien informa tiene la obligación de hacerlo de manera responsable, punto.