lunes, 8 de agosto de 2011

Del diario de una infancia interrumpida


“Son las cinco de la mañana. El día ni siquiera se ha anunciado con un débil rayo de luz, y mi papá ya está por salir a su trabajo. Ayer no escuché cuando llegó a casa, o quizá llegó de madrugada. Como sea, no pude darle un beso de buenas noches, ni platicarle que en la escuela me pidieron que participara en el festejo próximo declamando la poesía que tanto le gusta: ‘Suave Patria’. Y ahorita ya no hay tiempo para pláticas; entrará a mi cuarto, presuroso, a darme un beso de despedida, para después decirme a modo de saludo: ‘Pórtate bien, hazle caso a tu mamá’. Yo soy Lupita, tengo siete años, y mi papá es soldado…

Mi mamá casi nunca puede ir a los festivales del Día de las Madres, ni a las reuniones que hay en la escuela con padres y madres de familia. Tampoco viste como muchas de las mamás que conozco, de vestido y tacones altos, pero con su uniforme se ve muy guapa: todos los días viste de azul marino, con unas botas negras, grandes y pesadas. Durante el día me llama para preguntarme cómo me fue en la escuela, que cómo me porté, y me recuerda que haga mis tareas antes de salir a jugar con Luis, mi vecino. Y cuando llega, antes de dormir, me lee algún cuento, que siempre termina con algo que se llama ‘moraleja’. Yo soy Paco, tengo ocho años y mi mamá es policía federal…

Dicen que papá y mamá eran muy jóvenes cuando yo nací. Yo digo que no tanto, pues tengo seis años y les veo ya muy grandes: ¡tienen 24 años! Mi mamá es enfermera, y los fines de semana que ella no está en casa, mi papá aprovecha para llevarme a conocer la ciudad caminando, dice que debo aprender cómo llegar a mi casa sola por si algún día necesito hacerlo, pero es un secreto entre él y yo: a mi mamá no le gusta que andemos por ahí, aunque sea de día, que porque es peligroso. Mi papá trabaja en un lugar que le llaman maquiladora, todos los días sale muy guapo, recién bañado, con mucha prisa para no llegar tarde. Yo soy Ceci, y pronto nacerá mi hermanito: dicen cuando cumpla siete años él también va a estar en mi fiesta…

Yo soy trabajadora social, desde niña sabía que esto era lo que quería estudiar, y durante todos estos años he tenido muchas gratificaciones, he podido ayudar a tanta gente… Sin embargo, hay días como hoy, en que quisiera simplemente no haber abierto los ojos, mucho menos haber venido al trabajo. Cuando mi jefa me entregó estos tres expedientes, me dijo, con la voz entrecortada: “están aquí afuera, no se han localizado familiares… avísame si necesitas ayuda”. En las notas de los tres expedientes, se lee claramente: “Padre y/o madre muerto/a en fuego cruzado en las calles de tal esquina con tal; el niño/la niña estaba presente cuando sucedieron los hechos…” Nunca me prepararon para esto…

¿Cómo decirle a Lupita que la muerte de su papá fue un acto heroico, pero que la de su mamá se debe a que estaba en el lugar y momento equivocados? Entonces, ¿la muerte de una fue menos heroica que la del otro? ¿Cómo explicarle a Paco que también las buenas personas, como su mamá, mueren en forma tan violenta, justo frente a la puerta de su casa? Y a Ceci… ¿qué puedo decirle a Ceci, que se salvó de morir porque su mamá formó un escudo con su cuerpo y el de su hermanito que estaba por nacer en su vientre? ¿Entenderán si les digo que sus padres y madres murieron porque en alguna mesa de este país se definen estrategias para luchar contra el crimen organizado, y que la pérdida que han sufrido es consecuencia de esa estrategia? ¿Entenderán lo que es ‘crimen organizado’?

Cuando por fin logré que Ceci levantara la vista del regazo, con la mirada anegada en llanto, me preguntó: ‘entonces, ¿tampoco mi hermanito va a estar conmigo en mi cumpleaños?’ No supe qué contestar a esa pregunta, no tuve el valor para hacerlo…”

Las historias aquí relatadas son ficticias, producto de un esfuerzo por imaginarme un antes y un después en la vida de miles de niños y niñas que, hoy por hoy, viven situaciones similares. Que hay mujeres y hombres de gran valía al servicio del Estado Mexicano es incuestionable; que las actividades ilícitas deben ser combatidas y sancionadas es irrefutable… Como igualmente resulta innegable que la infancia interrumpida en condiciones como las que aquí he narrado puede pasarnos una factura muy alta el día de mañana.

Todo acto u omisión tiene una consecuencia, ésta es una ley universal… La guerra contra el narcotráfico también tendrá consecuencias: la infancia de México ha comenzado a vivirlas.