sábado, 29 de diciembre de 2012

Nuestro derecho (y obligación) a la información.


La anarquía está en todas partes cuando
la responsabilidad no está en ninguna
Gustave Le Bon.


La ciudadanía de hoy, me parece, dista mucho de la que votaba y tomaba decisiones en los años sesenta, setenta y ochentas. Los hombres y mujeres de hoy, cuestionan más, critican más, señalan más… Cierto es que la tecnología ha favorecido un ejercicio ciudadano que puede resultar muy favorable, y muchos son los ejemplos de ello.

Sin embargo, es un ejercicio que demanda un mayor esfuerzo. El servicio público puede (y debe) ser observado con lupa, y ejercido con un alto sentido de responsabilidad; por tanto, se trata de un esfuerzo conjunto: de la ciudadanía, que tiene la obligación de informarse, previo al señalamiento, y del/a servidor/a público/a, que tiene la obligación de proporcionar información válida que sustente su dicho.

Es muy amplio el marco normativo de prácticamente todas las dependencias y entidades del sector público, y muchas veces, su contenido está lleno de expresiones que pudieran dificultar su entendimiento. Sin embargo, si como ciudadanos/as tenemos la disposición y ánimo para criticar y hacer aportaciones que redunden en un mejor desempeño del servicio público, también debemos tener la responsabilidad para hacerlo de manera informada. Y eso, hoy, más que nunca, es posible, valiéndonos de la información que se encuentra disponible en internet.

No obstante, también es preciso que desde el servicio público se brinde confianza a la ciudadanía, y eso se logra asegurando que la información que se proporciona es, desde luego, la adecuada. Los portales donde se especifica, entre otras cosas, el marco normativo de las dependencias y entidades, debieran de manejarse con sumo cuidado: es el espacio donde ciudadanía y sector público pueden vincularse, informarse y enriquecerse. Debemos tener presente que la juventud mexicana, hoy por hoy más participativa y crítica, se expresa y actúa con fuerza en el ciberespacio; por ello, el contenido de esos portales debe ser claro, preciso y suficiente.

De nada vale que se invite a la participación ciudadana si no se brindan herramientas para ello; y en poco beneficia una participación ciudadana mal informada: todos y todas perdemos.