domingo, 29 de enero de 2012

Para Brenda... pensando en ti.


“La autora piensa que el mundo fue creado
para escribirlo en los libros.
Por eso le pidió prestada una frase
a su personaja y la usó como epígrafe:
Las palabras hacen visibles
verdades evidentes.
Rosalba Goettingen”
Sara Sefchovich, en ‘Vivir la vida’.

Comienzo con los sentimientos encontrados, difícilmente identificables a simple vista; las palabras arremolinadas entre mis silencios, sin orden definido para expresarse una a una.

Cuando el pasado miércoles 25 de enero comencé a dirigir mis pasos y mis acciones para llegar a donde te encontrabas, recordé aquella plática que tuvimos en meses pasados, en la que, con tu mirada llena de curiosidad, me preguntaste: “¿me puedes dar una pista de qué se va a tratar tu próximo libro…?”. Fue por eso que decidí guardar entre mis cosas las libretas multicolores que contenían ese proyecto que, a medias, confieso, te había adelantado.

A miles de kilómetros del suelo, y mientras en el horizonte el día se despedía lentamente, cediendo el paso a la oscuridad en medio de naranjas violáceos, comencé a escribirte una carta en la libreta que contenía menos hojas vacías. La misiva quedó inconclusa, y no por falta de tiempo: me faltaron las palabras… ¿cómo decirte lo que ni yo misma soy capaz de comprender? ¿Cómo hablar de fuerza y de batallas, cuando yo misma he sido vencida por mis propias luchas?

Al llegar a mi destino, una triste noticia esperaba ser anunciada… Los kilómetros que aún debía recorrer para llegar a ti y al resto de mi familia, en compañía de mi madre, me acogieron con una silente negrura. La aguja subía y bajaba, indicando mayor o menor velocidad, y ese vaivén traía consigo el mismo recuerdo: “¿me puedes dar una pista de qué se va a tratar tu próximo libro, prima?”. Ya no pude poner en tus manos ese proyecto de libro, donde le daba voz a cada una de mis personajas –como diría Sara Sefchovich, como si fuera yo misma: la mujer que ansiosa espera la llegada de una señal que le indicara su misión en esta vida; la que sufre desvelos en perenne espera de un embarazo; la que padece un desamor y la que logra vencer la apatía de sus sentimientos… una mujer, cualquier mujer, con pensamientos y deseos tan comunes y precisos como los tuyos y los míos, como los de toda mujer…

Y ahora, tampoco podré dedicarte esas palabras: mis mujeres desaparecieron, violentamente, junto con mis identificaciones y objetos de menor valor aunque de engorroso trámite para su cancelación y recuperación. Sí, trataré de rescatarlas, una a una, dándoles nuevamente voz a través de mis letras. Pero ahora…

Con el dolor que a todos y todas nos ha provocado tu partida, viene aparejada una reflexión personal, que, sin embargo, ha sido una convicción personal: la vida se construye, segundo a segundo… y termina en un parpadeo. Y considero obligatorio aprovechar cada instante para vivir, amar, llorar, correr, soñar… y nunca detenerse.


Así como reescribiré las historias que acumulé en tintas moradas, negras y azules, tal vez comience a reescribir mi propia vida. Sí, reiniciar ahora, y cada vez que la vida misma lo demande. Y en esta nueva historia, quiero recuperar la espontaneidad con la que descubría el mundo en mi niñez, y la ligereza con que solía caminar… acompañada de una sonrisa, y de mis mejores recuerdos. En ellos estás tú, Brenda, y tu mirada llena de amor, alegría e inocencia. Gracias por tu cariño, y por ser, hoy más que nunca, una de mis mayores motivaciones para dar lo mejor de mí misma… Descansa en paz.