domingo, 16 de enero de 2011

Sólo se tiene un día: hoy


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Twitter: @LeticiadelRocio

“El secreto de la existencia humana no sólo está en vivir,

sino también en saber para qué se vive”

Fiódor Dostoievski

En su mirada se pueden vislumbrar todos los caminos recorridos, todas las luchas ganadas, todos los sueños cumplidos. Su voz, inalterable ante cualquier situación, cobija sus más intrépidos proyectos con un aura infinita de sabiduría. Sus manos se mueven, cautelosas y alegres, al unísono de sus pasos: seguros y sin prisas. Y su abrazo ha sido siempre el sitio seguro donde olvido cualquier dolor, lugar donde se alimenta mi esperanza y se multiplican mis alegrías. Es mi padre, el hombre a quien más amo, admiro y respeto.

Él estuvo pendiente de mis primeros andares en bicicleta, y así como en aquel célebre momento de mi niñez, ha estado siempre a mi lado: manteniendo una distancia prudente para que haga uso de mi libre albedrío, y con la mano lista para ayudarme a levantar de cualquier caída.

Predicando con el ejemplo, me transmitió las que han sido para mí de las más hermosas enseñanzas: respeto al compromiso, la palabra, pero sobre todo, a la persona; y una incuestionable congruencia entre su pensamiento, palabra y acción.

Seguramente la existencia de ese gran hombre en mi vida ha sido determinante para que yo tenga la convicción de que el respeto entre los géneros es el mejor camino para la armonía en la diaria convivencia, y quizá por ese mismo motivo, he reconocido a muchos hombres grandes en sus acciones, palabras o sentimientos.

Ningún sentido tendría escribir estas palabras dedicadas a un recuerdo, creo que sería tanto como regar una planta que ya ha muerto...

En nuestra sociedad existen muchas buenas personas, hombres y mujeres, siempre dispuestas a ayudar, proponer, trabajar, luchar y, sobre todo, a ser felices... Esa persona puede ser tu madre, tu hermano, tu pareja, aquel compañero de oficina que siempre te saluda cordialmente y de quien no recuerdas su nombre... Reconozcamos el esfuerzo de esas personas, abriguemos sus esperanzas con el cariño que merecen, regalemos esa sonrisa que tanto esperan; sólo se tiene un día para hacerlo: hoy.