...Y entonces, abrió los ojos. Se respiró completa. Se entregó a ella misma con ese respiro único...
Sus manos le temblaban, la voz se le escapó escondida entre tantas emociones.
Y así, amada por ella misma, plena y sola, se incorporó. Y en lo alto de la montaña, con un naciente Sol por testigo, agradeció en silencio... amó en silencio... continuó viviendo en silencio. En un intenso y añorado silencio.
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