lunes, 6 de junio de 2011

Invitaciones del pasado, siempre presentes


El 2 de junio tuve la oportunidad de asistir a la presentación del libro “Sol de Libertad. Hermila Galindo: feminista, constitucionalista y primera censora legislativa en México” de la escritora duranguense Rosa María Valles Ruiz.

Hacer un esfuerzo por resumir en este espacio el contenido de esta obra resultaría no sólo imposible, sino casi un insulto al trabajo realizado por la Dra. Valles Ruiz. Sin embargo, como mujer interesada en el quehacer de mis congéneres, no pude evitar la tentación de aprovechar la oportunidad de citar parte del legado de Hermila Galindo, palabras que a casi cien años de haber sido escritas, tienen una indiscutible vigencia:

“...Los pensamientos, vengan de donde vengan, deben ser discutidos: la razón debe penetrar en ellos, analizándolos para ver lo que tienen de verdad, o demostrar que son falsas urdimbres de mentiras y de engaños...

...las ideas, cualesquiera que ellas sean deben de cruzar bajo las horcas caudinas de un razonamiento frío, sólo de este modo puede llegar a poseerse la verdad, así sea en la dosis relativa a que pueda aspirar la humanidad imperfecta...” (Mujer Moderna núm. 54, 26 de noviembre de 1916).

Para mí, resulta irrefutable que nadie posee la verdad absoluta, y, sin embargo, también es innegable que hoy en día, desde diversas trincheras, escuchamos y leemos diversidad de argumentos que se ofrecen como una única e inobjetable verdad. Y así, escuchamos en pláticas de sobremesa la repetición continua de esas mismas palabras, con el mismo peso de cierto o verdadero.

Como sociedad, adolecemos de un pensamiento crítico, que analice y desmenuce las palabras que acuden a nuestros oídos o a nuestros ojos; y esta actitud, personalmente, la considero no sólo irresponsable, sino peligrosa: nuestra vida es conducida por pensamientos y consecuentes decisiones que nos resultan ajenas, y atendemos así a intereses que no son los nuestros. Se trate de una elección para elegir mandatarios o representantes en las curules, o de obras en las vías de comunicación, o en las reformas a una legislación existente o creación de una nueva: es nuestra obligación participar, con información y pensamiento crítico, exponer nuestro punto de vista; objetar si es necesario, promover si es conveniente.

La verdad fluye (o debería fluir) libremente en nuestro pensamiento, y nuestra realidad es la que le da ese matiz que la distingue entre las distintas verdades, aún cuando sea la misma verdad para todas y para todos... Cada persona, desde su experiencia de vida y circunstancias personales, observará y vivirá esa misma verdad de manera diferente: es la diversidad la que construye la posibilidad de generar mejores condiciones para el colectivo, no sólo para un individuo.

Desde un rincón de la historia, una gran mujer nos invita a reflexionar, a actuar con conciencia... Yo acepto con gusto esa atenta invitación.

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