lunes, 12 de septiembre de 2011

Renuncio

Renuncio. Quizá debí hacerlo tiempo atrás, o tal vez sea éste el momento propicio para hacerlo… Renuncio a dejar de ser yo misma en todo momento; renuncio a ignorar mis sueños, renuncio a vencerme ante la desesperanza…

Renuncio a rechazar la instrucción más amorosa que mi padre me ha dado: ser feliz…

Por eso es que renuncio a la soledad impuesta por mis miedos, a la ruptura sin fin ni comienzo que arranca lágrimas a la tristeza…

Renuncio a la posibilidad de angustiarme por eventos que aún no suceden y que muy probablemente nunca sucederán; renuncio al enojo, a la ira y a las comidas enlatadas…

Renuncio a las etiquetas, estereotipos, aforismos y analogías imprudentes; renuncio a ti, a aquello, a lo que fui… porque tengo derecho y creo que hasta obligación, de ser otra muy diferente todos los días, porque todos los días tengo en mis manos la posibilidad de hacer magia con mi vida… cada día, cada 24 horas, tengo esa opción maravillosa de subirme al escenario para ser protagonista de una obra que puede reescribirse en un segundo… el guión lo tengo yo, entre mis manos, entre la pluma y el papel, mi mente y mi estómago, entre mi ombligo y mi entrepierna, mi pie derecho y el izquierdo: ahí, en cada rincón de mí misma, está la posibilidad de reescribir mi guión…

Por eso renuncio a todo aquello que esté demás en mi vida, a todo aquello que pesa demasiado, tanto que me impide volar. Renuncio a las sonrisas fingidas y a los zapatos de tacón incómodamente altísimo; renuncio a reducir o aumentar las formas de mi cuerpo para seguir una tendencia que no sea la que yo misma me  imponga; renuncio a quedarme sentada cuando quiera bailar, a bailar cuando quiera disfrutar estar sentada…

Renuncio a abandonar mi sueño si la realidad me espanta, porque ahí en ese espacio, donde el amor abunda, soy capaz de percibir que todo lo que hay a nuestro alrededor y todo lo que realmente necesitamos, es amor… Y renuncio a dejar la realidad si mi corazón me exige estar presente en ella…

Renuncio a estar atenta de la opinión que el mundo pueda tener de mí, a propósito de mi forma de vestir o comportarme en una comida, por la manera en que actúo mientras manejo o cuando camino por la calle. Lo dijo mejor Estefanía: “Renuncio a que me importe que me juzguen por cómo soy, cómo me visto, cómo me expreso, ¡cómo vivo! ¡Quiero ser feliz!”

Sí, yo también quiero ser feliz… y he entendido que es difícil ser feliz cargando bultos de culpa y toneladas de emociones inútiles; tarea titánica si se intenta con la vista en el pasado y unos pies ansiosos por pisar el futuro.

Renuncio a ignorar el dolor... renuncio a quedarme con las manos cruzadas sobre mi regazo mientras la pobreza y la violencia mantienen una actividad intensa.
Renuncio a aquello que se quedó inconcluso: un correo electrónico, un pastel, una comida; las palabras que nunca te dije y las que nunca debí haber pronunciado; las conversaciones que terminaron en pleitos y los pleitos que nunca pudieron nacer con una conversación… todo eso pasó, sí: pero en el calendario de mis próximas 24 horas ya no está presente, entonces, ¿para qué dejar anotaciones pendientes? Renuncio a lo que ya no pudo ser, y conservo sólo lo que es posible.

Renuncio a callar mi voz y amordazarme entretanto la injusticia pasea delante de mí en forma de abandono, violencia, maltrato, corrupción…

No sé si viviré treinta y cinco años más. Si así sucede, podré decir en ese momento que a la mitad de mi vida, decidí comenzar a vivirla… 

3 comentarios:

omondra dijo...

Que inspirador, que alentador texto. Yo también te acompaño a renunciar.

Anónimo dijo...

en general cuando veo o platico con mi Leticia Pretzel del Rocio, me arranca todas las risas y carcajadas que alguien pueda general en una persona!
hoy al leer esto lo que me arrancaste fueron unas cuantas lagrimas! gracias por incluirme en tu vida, en tus sueños, en tu historia!
ERES UNA GRAN MUJER!!

Unknown dijo...

Oscar: agradezco la compañía en la renuncia, así como agradezco tus palabras... Anónima querida, gracias a ti por permitirme estar presente en tu vida y en esa que se me antoja una gran historia; y si ves en mí una gran mujer es, sin duda, porque tú te reflejas así. Te quiero Anónima Estefanía! :D a renunciar se ha dicho!!!