lunes, 30 de septiembre de 2013

Trata de personas: acciones y omisiones





La trata de personas, delito que flagela la dignidad humana, lamentablemente es un tema recurrente en prácticamente todos los medios informativos del mundo.

Noticias que informan sobre detenciones de delincuentes que trafican con vida de mujeres, hombres, niños y niñas, para utilizarles con fines de explotación sexual y laboral, delincuencia organizada, matrimonio servil y mendicidad forzada, son un claro indicio de que no sólo el trabajo preventivo es insuficiente, sino también de que las causas estructurales que propician la comisión de este delito no están siendo debidamente abordadas ni atendidas.

Como generalmente sucede con los temas de esta envergadura, en lugar de asentarse como asunto prioritario de las agendas públicas, la trata de personas se ha convertido en números, ignorando no sólo el nombre e historia personal de las víctimas, sino el pasado y el futuro de las mismas: qué fue lo que propició que cada víctima, en su momento, se encontrara en una situación de vulnerabilidad tal; y una vez rescatada la víctima, qué se está haciendo para procurar no sólo su atención (que obligadamente debe ser multidisciplinaria), sino también su acompañamiento para una exitosa reinserción en la sociedad.

Se habla de las ganancias millonarias que generan delitos como la pornografía infantil, pero no se habla de la obligatoria (y hasta hace poco ausente) participación de los gobiernos para combatir el delito; se habla de sentencias condenatorias donde se reconoce la culpabilidad de los tratantes, superadas por varios dígitos por el número de detenciones que se publican, con bombo y platillo; pero no se habla de acciones preventivas en los lugares donde los mismos delincuentes engancharon y/o esclavizaron a sus víctimas.

Quienes trabajamos para prevenir la trata de personas en México, queremos conocer los estudios actuariales y presupuestales que se están realizando para otorgar un seguro médico a las personas que han sido víctimas de explotación sexual; los diagnósticos situacionales que deberían estar ejecutando, a lo largo y ancho del país, para ofrecer opciones reales que combatan la pobreza, factor que empuja diariamente, a miles de hombres y mujeres fuera de sus lugares de origen, buscando una oportunidad laboral que muchas veces es ofertada por quien ignoran es un tratante. Queremos ver el engranaje completo de la administración pública trabajando para prevenir y combatir el delito, y trabajando para atender a las víctimas y a sus familiares. Porque todo esto, y más, mucho más, es lo que se requiere para erradicar la trata de personas, no sólo estadísticas, foros y convenciones; no sólo la publicación de leyes y reglamentos que tardaron más de una década en atender una problemática que le ha arrancado la vida a miles de personas. Sin duda, la historia ha de juzgar nuestras acciones… y reprobables omisiones.



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