La
trata de personas, delito que flagela la dignidad humana, lamentablemente es un
tema recurrente en prácticamente todos los medios informativos del mundo.
Noticias
que informan sobre detenciones de delincuentes que trafican con vida de
mujeres, hombres, niños y niñas, para utilizarles con fines de explotación
sexual y laboral, delincuencia organizada, matrimonio servil y mendicidad
forzada, son un claro indicio de que no sólo el trabajo preventivo es
insuficiente, sino también de que las causas estructurales que propician la
comisión de este delito no están siendo debidamente abordadas ni atendidas.
Como
generalmente sucede con los temas de esta envergadura, en lugar de asentarse
como asunto prioritario de las agendas públicas, la trata de personas se ha
convertido en números, ignorando no sólo el nombre e historia personal de las
víctimas, sino el pasado y el futuro de las mismas: qué fue lo que propició que
cada víctima, en su momento, se encontrara en una situación de vulnerabilidad
tal; y una vez rescatada la víctima, qué se está haciendo para procurar no sólo
su atención (que obligadamente debe ser multidisciplinaria), sino también su
acompañamiento para una exitosa reinserción en la sociedad.
Se
habla de las ganancias millonarias que generan delitos como la pornografía
infantil, pero no se habla de la obligatoria (y hasta hace poco ausente)
participación de los gobiernos para combatir el delito; se habla de sentencias
condenatorias donde se reconoce la culpabilidad de los tratantes, superadas por
varios dígitos por el número de detenciones que se publican, con bombo y
platillo; pero no se habla de acciones preventivas en los lugares donde los
mismos delincuentes engancharon y/o esclavizaron a sus víctimas.
Quienes
trabajamos para prevenir la trata de personas en México, queremos conocer los
estudios actuariales y presupuestales que se están realizando para otorgar un
seguro médico a las personas que han sido víctimas de explotación sexual; los
diagnósticos situacionales que deberían estar ejecutando, a lo largo y ancho
del país, para ofrecer opciones reales que combatan la pobreza, factor que
empuja diariamente, a miles de hombres y mujeres fuera de sus lugares de
origen, buscando una oportunidad laboral que muchas veces es ofertada por quien
ignoran es un tratante. Queremos ver el engranaje completo de la administración
pública trabajando para prevenir y combatir el delito, y trabajando para
atender a las víctimas y a sus familiares. Porque todo esto, y más, mucho más,
es lo que se requiere para erradicar la trata de personas, no sólo
estadísticas, foros y convenciones; no sólo la publicación de leyes y
reglamentos que tardaron más de una década en atender una problemática que le
ha arrancado la vida a miles de personas. Sin duda, la historia ha de juzgar
nuestras acciones… y reprobables omisiones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario