martes, 14 de diciembre de 2010

De 'nacos' y otras etiquetas...

"Siempre es más valioso tener el respeto
que la admiración de las personas”, Jean-Jaques Rousseau.


Era un día soleado, de esos en los que el sol nos regala una sonrisa en cualquier objeto donde se pose nuestra mirada; yo observaba, atónita, cómo se multiplicaban ante mí los vehículos, es un suceso que sigue sorprendiéndome a pesar de mis años.
En ese estado casi contemplativo, mis dedos jugueteaban con los botones del radio, buscaba algún sonido que endulzara no sólo mis oídos, sino también la larga espera que me estaba garantizada por la marcha que se iniciaba unas cuadras adelante. “…es de nacos, no, ¡naquísimo! –risas”. No, no daba crédito a lo que escuchaba, así que subí el volumen, con la esperanza de escuchar algo como ‘y así se lee en el libro de fulano de tal’. Pero no, la frase se repetía, una y otra vez, intercalada por una descripción de conductas: “Es de nacos si haces tal o cual cosa… si vistes de tal o cual manera… si comes de tal o cual forma…”; una locutora y su equipo de producción de una estación de radio ampliamente conocida en toda la república mexicana daba consejos para identificar a un ‘naco’…
En cuestión de segundos, la demora causada por la marcha número infinito me pareció no sólo nimia, sino totalmente irrelevante; mis emociones divagaban de la sorpresa a la indignación, de la indignación a la preocupación, de la preocupación a la tristeza…
Sí, tristeza. Eso es lo que me dio escuchar a quien tan ligeramente juzga, califica y critica las conductas de las personas sin mayor argumento que su posición social; o, mejor dicho: desde sus circunstancias personales, que de ninguna manera tienen ni deben de ser las circunstancias personales del resto de la sociedad.
Comentarios de este tipo, desde mi personal punto de vista, sólo logran fomentar la discriminación, ese concepto que tanto reprobamos en nuestros vecinos del norte del continente respecto a nuestros paisanos; mismo concepto que, en tierras mexicanas, se diluye imperceptiblemente cuando decimos ‘¡no seas naco!’. Porque nada ni nadie nos ha autorizado a denigrar a las personas que nos rodean con nuestros comentarios ni nuestras conductas; sin embargo, lo hacemos diariamente de manera irreflexiva, y en el colmo de la imprudencia, celebramos esa ‘creatividad’ para hacer bromas a costa del prójimo.
Etiquetas hay muchas, tantas como formas de discriminar al etiquetar… ¿Cuál es el objetivo de seguir etiquetando? ¿Acaso se pretende enaltecer así el rechazo a lo diferente? Siglo veintiuno, y la autenticidad sigue pareciera que no es más que un lujo que cuesta caro…
Días después de este suceso, tuve la oportunidad de visitar otro país…y al escribir estas líneas me pregunto si no habrán pensado de mí que yo era una ‘naca’, pues mi indumentaria poco o nada coincidía con la moda que se veía en las calles… Aunque creo que quizá tenían consideración de mi persona por ser extranjera; y no es que llevara un letrero para identificarme, pero tampoco era tan difícil saberlo: mientras la gran mayoría de las mujeres calzaban sandalias, yo era incapaz de abandonar mis botas norteñas.

Autora de ‘Dignidad para llevar’

Twitter: @LeticiadelRocio

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