sábado, 6 de febrero de 2016

Así fue mi secuestro


Cuando le pedí a Juan que detuviera la marcha del carro, diciendo a gritos que me quería bajar, sentí una sensación casi irreconocible en el estómago... era miedo, y me iba recorriendo todo el cuerpo, al tiempo que una pistola comenzaba a bailar frente a mis ojos, subiendo y bajando en un recorrido aleatorio que iba de apuntar el cristal a apuntarme directamente a la cara. En ese momento, una creciente impotencia comenzó a reclamar espacios en todos mis pensamientos.

No recuerdo haber llorado, tal vez había logrado gritar un par de veces, antes de sentir la fría estructura metálica rozando mi sien... En medio de un momentáneo silencio, escuché que mi teléfono celular sonaba con insistencia... Y comencé a llorar, pensando que seguramente era Rebeca, quien debía estar llamando para preguntar el motivo de mi tardanza...

Volteé a la derecha, y vi cómo comenzaban a alejarse de mi vista casas y letreros que había formado los límites de mis recorridos durante toda mi infancia... 


(Texto inédito de "...Y hoy sonrío". Todos los derechos reservados). 

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