jueves, 23 de septiembre de 2010

Durango, una historia que mi corazón teje a la luz de la madrugada...


Las dos de la mañana. Y en lugar de un silencio que alimente un sueño reparador, se escucha una vocecita, entre mis ojos y los necios rizos de mi frente... Sí, soy yo, que a mí misma me recuerdo parte de mi historia... Fui arrancada, con suavidad y ternura, hace muchos años, de mi ambiente natural... Yo vivía rodeada de madreselvas, de vientos y hojarascas. Tenía por cobija un cielo estrellado, inmenso en su obscuridad... Un cielo que abarcaba todos los sentidos: lo veía de reojo en cada paso perdido, lo olía en lo alto de una roca, lo probaba en cada bocanada de aire que me regalaba el juego y lo escuchaba en el canto impetuoso y a veces impertinente del ave que, con su saludo, abría mis ojos por la mañana... Porque en la mañana la obscuridad seguía ahí, pero ahora vestida de un azul brillante, descaradamente hermoso... Ahí, en mi tierra de ayer y de siempre, enterré cartas secretas debajo de una higuera; cartas dirigidas a un amor plátonico, otras a un amor irreal, ninguna que haya sido escrita a un hombre de carne y hueso... También jugué a ser libre: era poeta, bailarina, pintora, cantante, escritora, pirata, actriz, gimnasta olímpica, odalisca... Diseñadora de barcos que volaban, arquitecta de relojes que nunca avanzaban... Las mil y una historias las dibujé, las viví y las soñé. Porque ahí, en ese mundo mágico que todavía hoy me acompaña, ese universo irreal, anárquico, profuso y difuso, aprendí a amar... Sí, las formas primeras del amor las dibujé ahí, con mis manos. Ahí escribí mis primeras palabras, todas llenas de un amor infantil, puro e infinito... Ahí dibujé las primeras siluetas de mis seres más amados...ahí acaricié mis primeras mascotas, diminutas, aladas y amarillas... ahí trepé mis primeros árboles, ahí atrapé mis primeros y últimos grillos...y ahí aprendí que ellos son libertad... En esa mi tierra, mi origen, mi punto de partida y (Dios quiera) mi punto final, tuve todo, fui todo, y viví todo... El Sol y su grandeza, la Luna y su belleza infinita, la Tierra y su color áspero, la Lluvia y su fuerza, el Fuego y su poder contenido; todos estuvieron ahí, conmigo, en un punto de mi tierra, y siguen aquí, en un rincón de mi corazón.
20 de septiembre de 2010
Twitter @LeticiadelRocio

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Qué maravilloso es leer lo escrito por una mujer tan llena de sensuibilidad y rica en sentimientos de amor para su familia y todo lo que la naturaleza sabiamente, regala al Ser Humano; Felicidades ...

Unknown dijo...

Muchas gracias por tu amable comentario! Saludos,
Leticia del Rocío