jueves, 23 de septiembre de 2010

Veintinueve

Veinticuatro años. En 24 años se forma una vida, se vive otra y se añora una tercera. Y en ese mismo tiempo, cada veintinueve de junio, una niña quiere gritar, correr y esconderse bajo el cobijo de un cielo azul; de un rosal amarillo; de un borrego llamado 'Dumbo'... Cada veintinueve de junio, esa niña recorre con sus ojos las esquinas de ese espacio otrora cálido y que ahora se ha vuelto hostil. Hay dolor; en el lugar o rostro que se pose su mirada, hay dolor, llanto, gritos... no, la niña no quiere estar un segundo más ahí... Ella abre los ojos. Sus manos, piernas, brazos; toda ella ha crecido, dejó de ser esa niña. Y, sin embargo, es la misma... "¿Algún día volveré a verlo?" se pierde esa frase en el eco del tiempo... Sí, hoy sé que sí. Y logro verlo y escucharlo cada vez que cierro los ojos y abro el corazón; ahí está: mi amigo, maestro, guía, compañero, cómplice... el capitán del barco que diariamente zarpaba de las playas de la sala en continua búsqueda de una Moby-Dick diminuta pero poderosa... Hoy, como hace veinticuatro años, esa niña, mi niña, suspira, llora, extraña... pero hoy, ya de noche, es diferente: no hay truenos ni relámpagos en el cielo, tampoco visto ese vestido blanco ni me he quedado a dormir en casa de mi mejor amiga, tomada de su mano, sin ser capaz de llorar ni lograr conciliar el sueño... Y mañana tampoco tocará un mariachi a la orilla de tu tumba... Hoy, veinticuatro años después, agradezco a Dios tu determinante presencia y significativa enseñanza... Hoy, veinticuatro años después, bendigo el honor de haber sido tu hermana...
30 de junio de 2010
Twitter: @LeticiadelRocio

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