lunes, 27 de agosto de 2012

¿Qué se necesita para decirse gobernante y merecerse tan honroso título?


Así como dibujar un árbol en un pedazo de servilleta no me convierte en artista, tocar una nota en una guitarra o escribir un pensamiento en una tarjeta de felicitación tampoco me convierte ni en música ni en escritora. Es indispensable no sólo las ganas de ser artista, música, escritora; considero que también es necesario ser sensible a las expresiones de vida, ser capaz de ver lo que la demás gente no logra visualizar en un lienzo o en un papel: la posibilidad de transformar algo cotidiano en la máxima expresión de belleza. 

De igual forma estoy convencida que para gobernar o dirigir una dependencia u organismo público descentralizado o un órgano desconcentrado, no es suficiente contar con determinado número de votos, o con el favor de numerosas amistades. Se requiere de entrega, ser capaz de ver más allá de lo que millones de ciudadanas y ciudadanos somos incapaces de ver; tener, creo, una visión integral que supere los intereses personales, de grupo o de partido, no buscar ser el o la más popular, sino ir en búsqueda de la eficiencia, la integridad, de un proyecto de Nación real y efectivo para la población. 

Para decirse gobernante y merecer tan honroso título, es menester tener vocación de servicio, lo que implica contar con cierto grado de humildad que permita ser capaz de reconocer errores y rectificar el camino, siempre, teniendo como meta el bienestar común. 

De nada sirve que a nivel federal, estatal y/o municipal, se anuncien programas sociales con anuncios multicolores, si los mismos son insuficientes para cubrir las necesidades reales de la población que, supuestamente, es el objetivo de dichos programas. Poco o nada ayuda construir edificios llenos de personas, puentes llenos de vehículos, pero ambos vacíos de propósitos. 

Obras millonarias, proyectos ampliamente cuestionados y onerosos, parecen ser un denominador común de los tres niveles de gobierno (federal, estatal y municipal); ni hablar de las multimillonarias asignaciones presupuestales para la ‘seguridad nacional’ y la raquítica cantidad, dentro del mismo presupuesto, destinada para temas como salud, educación, medio ambiente y recursos naturales, entre muchos otros. 


Foto: Leticia del Rocío Hernández, Marcha Nacional 2011
En un ejercicio que invita a la reflexión de lo que pudo ser, pregunto: ¿y si en lugar de haber construido algo tan inútil y realmente poco conmemorativo como la Estela de Luz, se hubieran utilizado esos fondos para realizar una campaña real y efectiva en coordinación con el Consejo Nacional para prevenir la Discriminación para sensibilizar a la población mexicana en un tema que afecta considerablemente las relaciones humanas en nuestra sociedad, como el racismo y la discriminación? Empezar por las personas menores de edad, llegar hasta el último rincón del país, a través de radio y televisión mediante numerosos anuncios donde una y otra vez, se enaltezca la dignidad de las personas, se reconozca la diversidad, se rechacen estereotipos… Lograr que las niñas y niños se comuniquen y respeten entre sí, reconociendo sus fortalezas y no criticando ni juzgando sus diferencias, es garantía de una mejor sociedad en años venideros: proyecto menos visible y enaltecedor del ego, pero legado importante y significativo de lo que pretendemos ser como Nación. 

Para ocupar un puesto público no debiera ser único requisito contar con un currículum que haga referencia a dos o tres universidades extranjeras, cinco o seis puestos públicos. Hace falta, insisto, integridad, visión, experiencia. La ciudadanía merece ser dirigida y gobernada por los mejores hombres y mujeres que tengan como objetivo personal el bien común, y no como objetivo común el bienestar personal. 

Publicado por primera vez en gurupolitico.com el 19 de marzo de 2012

No hay comentarios: