“El problema de la mujer
siempre ha sido un problema de hombres”
Simone de Beauvoir
Muchos años han transcurrido desde que Olympe de
Gouges exigiera en 1791, en su Declaración de los Derechos de la Mujer
y la Ciudadana, el voto femenino y la igualdad de derechos y deberes para la
mujer y el hombre, reconociéndose internacionalmente hasta 1948, después de no
pocas luchas, como un derecho humano fundamental.
Sin embargo, esa igualdad reconocida jurídicamente, por
sí sola, de ninguna manera fue factor determinante para la participación activa
de la mujer en la política, en razón de múltiples desventajas y discriminación
sistemática hacia las mujeres: en 1995 el porcentaje global de mujeres en
puestos parlamentarios era tan sólo de 11%. Por ello la implementación de las
cuotas de género, como una medida internacional para hacer frente a ese
desequilibrio. Y aun así, en 2010 se alcanzó apenas 19%; aquí cabe destacar el
ejemplo de Cuba, país que no cuenta con el sistema de cuotas como medida afirmativa
para promover la participación política de las mujeres, y ocupa el tercer lugar
en el mundo, por encima de Estados Unidos de América, en el lugar 78.
El progreso, a nivel parlamentario, en la participación
política de la mujer en México se debe, en gran medida, a la implementación del
sistema de cuotas; no obstante, no se ha considerado como un punto de partida,
sino como un límite: es la cuota a cubrir. Aquí cabe resaltar que para los
próximos comicios Chiapas está en falta: el porcentaje femenino alcanza apenas
28.5%.
Fotografía: Leticia del Rocío Hernández, Turín 2012 |
En el contexto nacional, la participación activa de la
mujer en las actividades parlamentarias es insuficiente. El municipio, base de
división territorial y administrativa de los estados, es un espacio reservado,
casi exclusivamente, para los hombres: el Instituto Nacional para el
Federalismo y el Desarrollo Municipal indica que hasta el mes de octubre de
2010, de los dos mil 440 municipios existentes, sólo 130 estaban encabezados
por mujeres.
Si las mujeres representamos la mitad de la población,
tenemos derecho a ocupar la mitad de los espacios de decisión. ¿Por qué no
tenemos un mayor número de presidentas municipales, siendo esta figura política
el contacto inmediato con la ciudadanía? Ciudadanía, por cierto,
mayoritariamente femenina en nuestro país. La idea que subsiste respecto a los
roles de género que deben jugarse en los espacios público y privado, ¿acaso nos
está limitando para tener una mayor participación política?
Para apostar a una verdadera democracia, se requiere la unión de las
diferentes experiencias, de hombres y mujeres; sólo así se atenderá
equitativamente a los intereses y necesidades de toda la población, con la
intervención equilibrada de ambos géneros en todos los ámbitos de la sociedad:
en los espacios públicos y al interior de nuestras comunidades y nuestras
familias.
Publicado por primera vez en el Periódico Excélsior el 08 de mayo de 2012
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